Difícil explicar una derrota que parece inexplicable. Tal
vez la explicación es simplemente esa: nos faltó corazón. Vince Lombardi fue un
legendario entrenador de fútbol americano. Se hizo famoso porque logró que un
equipo modesto hasta ese momento, los Green Bay Packers, ganara tres títulos
nacionales consecutivos, y completó cinco en menos de diez años. Sus discursos
son famosos, y se usan no sólo como factor motivador de deportistas sino en
todo tipo de organizaciones que requieren trabajo en equipo. "Necesitas
jugar con el corazón, con cada fibra de tu cuerpo"; "el éxito no
depende tanto del talento como del carácter y la energía del espíritu". Entre
otras, estas eran frases que decía a sus jugadores; frases que lo hicieron muy
exitoso.
Millonarios es el equipo con más títulos en Colombia, y fue
con corazón, con carácter y energía de espíritu que se consiguieron. Ese
corazón es el que hace que se remonte con tres goles un partido que se va
perdiendo contra un fuerte equipo como Gremio, con el cual además se perdió el
partido de ida. Ese corazón es el que logra que se gane un partido el último
minuto en Ibagué para lograr, prácticamente, el paso a la final. Ese corazón es
el que tapó el penal al chico Andrés Correa para darle a la hinchada la
anhelada estrella catorce. Ese corazón que no se tuvo ante Itagüí.
Cuando los partidos se dejan a la casualidad, cuando el
equipo piensa que pararse bien en la cancha es suficiente, tener el balón la
mayor parte del tiempo, pero sin ese toque que sólo lo da jugar con cada fibra
del cuerpo, es que se dan partidos tristes y fríos, tanto como esta noche de 19
de abril. Esa frialdad hizo que los minutos pasaran sin que el juego tuviera
emociones. Pasaron dieciocho minutos para que Otálvaro intentara algo por
primera vez, con un remate muy desviado. Luego el mismo Otálvaro y Tancredi lo
volvieron a intentar, sin generar mayor peligro. Itaguí que trataba de manejar
el balón lejos de su arco, poniendo tres jugadores en línea adelante cuando
atacaba. Esto dejaba a Millonarios espacio en el medio campo para salir con
rapidez cuando se recuperaba el balón, sin lograr ser efectivos. Sólo en el 39
se dio el primer remate al arco: Montero hizo un globo en el área y sacó un
fuerte remate que Piedrahita sacó para tiro de esquina. Ese remate pareció
animar un poco a Millos, sin que fuera suficiente para generar mayor peligro.
Cero a cero terminó el primer tiempo.
Inició el segundo tiempo y Jhonny Ramírez logró el gol, su
primer gol vestido de azul, con un remate desde fuera del área tras pescar un
rebote ante un mal pase previo. Golazo. Y parecía ser suficiente. En los
siguientes minutos, Millonarios se animó a rematar el partido rápidamente. Un
centro al área que Wason paró en el pecho y no logró rematar con claridad; gran
oportunidad perdida. Luego un remate de Otálvaro pasó muy cerca del arco. Un
par de minutos más tarde remataba Tancredi. Y se apagó el equipo. Se apagó
tanto que a pesar de la expulsión de Jessy Mena en el minuto 70, por doble
tarjeta amarilla ante repetidas faltas contra Leudo, dos minutos más tarde
Fabio Rodríguez empata el partido al pescar un rebote después de un tiro de
esquina.
Millos se fue encima, con mucho desorden y sin lograr
jugadas de peligro. Y las notables bajas que tuvo hoy el equipo se notaron más
fuertemente en el banco. No se veía nadie que pudiera desequilibrar un partido
que se enredó sin explicación. Ingresó Luis Mosquera por Elkin Blanco y
posteriormente Erick Moreno por Wason Rentería. Se empezó a abrir la cancha,
especialmente por el lado izquierdo (Leudo no pareció verse cómodo como
marcador de punta derecho) y los centros reiterados o intentos de remates de
afuera resultaron infructuosos. Pasaba el tiempo, que se hacía lento y tedioso,
ayudado además por la capacidad histriónica de los jugadores paisas (algo que
parece se volvió costumbre en el fútbol colombiano) que se tiraban al piso por
varios minutos sin ninguna razón.
La inoperancia del ataque azul fue tan grande, que tras
desperdiciar una clara opción de remate de Yoiver González, una mala entrega de
Martínez generó un potente contragolpe de Itagüí, desborde por el costado
izquierdo para que Luis Quiñones rematara un pase de la muerte para liquidar el
partido en el minuto 95.
No será el último partido en que nos falten jugadores
importantes. Pero que sea el último en el que nos falte corazón. El mismo que
sobró el martes pasado ante Nacional, el mismo que sobró para darnos catorce
estrellas.
Por: Guillermo
Posse
En Twitter: @gposse
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