
Cuando se ama de
verdad, con el corazón, se firma un pacto eterno e indisoluble; un compromiso
que debe resistir desilusión y lágrimas… vergüenza y amargura.
Y a Millonarios se le
ama con el corazón.
Los jugadores y los
dirigentes pasarán, siempre… pero queda la institución, y con ella, un legado
de triunfos, anécdotas y derrotas que los hinchas cargaremos hasta la tumba; la
eliminación de la Copa Bridgestone Libertadores, es solo una más de esas anécdotas,
amargas, que deben dejar tras de sí una enseñanza de cara al futuro.
No es “clasiquero”
quien critica constructivamente, como tampoco es más hincha quien deja pasar
todos los errores sin inmutarse ni pedir un cambio o al menos una explicación
cuando se ha fallado; aparte esta ese sector de pseudo-hinchas que nunca
entenderé, y que tienen la pésima costumbre de ir al estadio solo a putear a
los jugadores, que al menor traspié piden cabezas por doquier, y que entonan a
grito herido, el tristemente famoso “Movete Millos Movete…”
El miercoles en la noche había carnaval... habían 35.000 almas en el Nemesio Camacho, “El Campin”, y millones más
regadas por el mundo, aferradas a esa utópica esperanza de ver a Millos en
octavos de final del torneo de clubes más importante de Suramérica.
El marco: ni más ni
menos que el anuncio por parte de los Comandos Azules, de la exhibición de la “bandera más grande del mundo” hecha
sin el apoyo de patrocinador alguno.
“No he dejado de ser tuyo, lo digo con
orgullo… de Millos nada más”, un coro, que al unísono, recorría Bogotá, y en la cancha el “más veces
campeón de Colombia” frente a frente al poderoso Corinthians, campeón vigente
del certamen y además, campeón de clubes a nivel mundial.
Llego la bandera,
llegaron las astas, la fiesta y los cánticos… llego la hinchada, pero nunca
llegó Millonarios, y por ende tampoco los goles y la victoria.
El cronometro del
central marco el fin del partido a los 95’ de juego, y con ellos, como el agua
entre los dedos, se iba la ilusión de volver al concierto internacional con
todos los honores; pero aun así, apostaría mi vida, a que nadie amaneció hoy
queriendo renunciar a este amor, queriendo dejar a Millonarios.
Nadie que haya sido
parte de esas 1000 o 1500 personas que íbamos a ver al kínder de Oscar Cortez
en el año 2000, o que haya llorado cuando en 2008 se anunció la muy probable
extinción del club, abandonaría al equipo en este momento, solo por la
eliminación de un torneo.
“Todos bajo una misma
bandera” no es solo estar ahí para cuando se despliegue ese inmenso y hermoso
trapo de 700 x 40 mts… no!!
Es entender que es a
Millonarios, y no a los jugadores o dirigentes, a quien se abandona, cuando por
algunos malos resultados, se decide dejar de ir a la cancha, y así mismo,
comprender también que quien no está de acuerdo con un planteamiento, o la
inclusión o no de algún jugador en la nómina, y lo manifieste con respeto, no
puede ser tratado como un “pária” o como alguien que solo está en los momentos
buenos del club… la crítica, cuando es oportuna y se hace sin el ánimo de
destruir, también fortalece y es necesaria.
El sábado hay ya, otra
cita con el amor de nuestras vidas, 90 minutos frente al eterno rival de patio…
para alentar y dar otro paso hacia la consecución de la estrella # 15.
Este sábado, la
eliminación de la Libertadores será para muchos, solo un vago recuerdo…
CARLOS BARBOSA
Twitter: @_ElCaminante – Facebook: El
Caminante
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