miércoles, 8 de mayo de 2013

POSICIÓN Y NÚMERO. UBICANDO EL LOGARITMO


"No podría vivir sin el champán. En la victoria me lo merezco; en la derrota, lo necesito”. Winston Churchill.

La victoria todo lo embellece, todo es más diáfano y tranquilo, el camino extenso, desértico, azaroso y opresor se hace transitable por cualquier ruta en la que el caminante avance o se mueva como si nuevamente las llagas del inconformismo, de la revancha o del despecho llenaran de fortaleza y seguridad el alma decaída y triste del errante.

Las sendas del triunfo son difíciles de caminar pero no de persuadir sobre todo si se les quiere analizar cada detalle de su andar en los eslabones que faltan por sellar y los escalones que quedan por subir hacia el éxito independientemente del método. Más que la alegría misma de un hincha embajador por lograr un triunfo dominical y esquivo está en determinar qué tan fastuoso fue y si fue efecto accidental del torpe avance rival o de la efectividad misma de la escuadra millonaria.

No cabe duda que la objetividad es el motor que transporta el debate serio, honesto y sin bríos de antipatía o de parcialidades banales que destruyen y desvirtúan un correcto diálogo de defensa de argumentos por sobre los de ataque al litigio mismo de la polémica, por ello es menester estudiar un concepto que requiere algo más que la retórica misma de la táctica que sí es susceptible de repetición como el sistema y se basa en la posición y el número.

Todos los jugadores de fútbol se han sometido a la crítica del autonúmero y del posicionamiento en la cancha según su variación y han sido bautizados con base en el lugar que en el campo ocupan, así pues el 10 siempre será el volante de armado, de creación, de segunda línea o en algunos casos muy excepcionales de trequartista, el 2 es casi invariablemente el número de defensa central, el 6 de mediocampista defensivo rompedor y el 5 que al caso interesa y se ha de exponer para no hacer extenso el comentario de los números como el mediocentro o bastión de la gravitación defensiva u ofensiva, el exponente cartesiano de la pausa en la ofensa y en la defensa.

No diga mediocentro, diga Rafael Robayo.

Notar que Rafael Robayo marcó dos dianas el domingo hízome pensar en la virtud que tuvo de adaptar correctamente los conceptos de su posición en la cancha desechando el sistema o táctica que a menudo miente por cuanto su recorrido en el bloque gravitacional se forjó a partir de la ubicación inmediata por delante de los centrales, haciendo una cuádruple función (que ya explicaré) en cada fase del juego con suma eficiencia independientemente de que el rival Patriotas lo hubiese permitido o no lo hubiese pernoctado riesgoso o que fuese inclusive éste equipo limitado, lleno de derrotas a lo largo del torneo y colero de la liga, cosa que carece de mérito en admitir si bien se toma en cuenta que también padecimos un colero como Quindío que de local se llevó un empate.

La labor del mediocentro siempre se ha basado en la aplicación de los conceptos de defensa posicional, transición defensiva, transición ofensiva y ataque posicional y éste cuádruple movimiento misional permite que tanto a la ofensiva como en la defensiva se cumplan obligatoriamente tales principios por ser piedra angular en su constante participación en todas y cada una de las fases del partido, porque su trabajo no es contener la llegada rival sino en seleccionar y ejecutar una decisión acertada a las circunstancias del juego de la manera más correcta y beneficiosa posible.

Como primera medida la defensa posicional de Robayo se basó en el repliegue hacia los dos centrales azules en el ataque del oponente y en la ayuda a la defensa individual, zonal o mixta en las jugadas en contra y a balón parado, la transición defensiva en las coberturas a sus compañeros cuando habían perdido su posición sean éstos centrales o laterales, en la interceptación de los contraataques y en la ejecución de las bien llamadas faltas tácticas. La tercera y cuarta virtud del secreto de sus goles fue en diagnosticar oportunamente cuándo sumarse al ataque y cuándo decidir acompañar la jugada solamente como un mero avance que se encuentra atento en la mala entrega o en la nula profundización de sus compañeros para la transición defensiva, a ello se le imputa ataque posicional y en transición ofensiva. Seguramente dentro de las prioridades de la mecánica de juego de Millonarios no está siempre el desborde o el asentamiento de los mediocentros hasta la línea del meta rival así se adopte un estilo de juego de posesión, sin embargo en la dinámica misma de la interpretación de las situaciones de juego la transición ofensiva de Robayo se articuló en la construcción desde campo propio de las jugadas de ataque inclusive de forma estática en la pura recepción de la pelota y en la entrega de pases cortos o largos de descongestión o pases simples, de limpieza de rivales que siempre aunque toques vagos y poco visibles son importantes para generar espacios.

El complejo andamiaje que transporta de un estado de necesidad a uno de plenitud en un partido es improbable de adaptar pero posible de explicar, las situaciones del juego mismo proyectan que eventualmente se adelante una línea o se eluda a un rival por sobre una opción de pase y a ello se le concede la gracia de llamarse toma de decisiones, o elección de opciones, todo ello en espacios de tiempo mínimos y en formas distintas de presión rival como de condiciones externas de la naturalidad o no de lo que se arriesga en puntos, clasificaciones o eliminaciones, estado del terreno, clima, presión local y tiempo de juego restante, para lo cual en efecto deduce el jugador si es o no relevante hacer o desestimar algo.
El ataque posicional fue la última de la cuádruple virtud ejecutada correctamente por Robayo y plausible es que en el complejo conceptual que requiere llevar a la transición se haya dado a la tarea de ofrecerse para sus compañeros en opciones de pase, en participar en la circulación del balón con la impresión de velocidad y dirección y finalmente esperado por mucho tiempo para nuestra acreencia de estilos en hacer disparos a puerta certeros comportándose en su esplendor como el auténtico capo del mediocampo y como el regista del partido.

Por eso no diga mediocentro, diga Rafael Robayo.

Gracias.

Jon Edward C. Muñoz – Jon Aurtenetxe
@JonEdwardCMuoz – jonneymar11@hotmail.com       

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