No ha
sido el mejor semestre de Millonarios. De eso no hay duda. Pero cuando ha
tocado mostrar jerarquía, el equipo ha respondido de gran forma. En Medellín
ante Nacional, fue una mezcla entre la mala suerte por las lesiones y el pésimo
arbitraje los que nos llevaron a perder el partido. Pero la jerarquía fue
indudable. Como fue la que se tuvo en este partido ante el Cali.
Durante
todo el partido Millonarios mostró mucho orden, especialmente a nivel
defensivo. Cali jugó con mucho vértigo, pero no lograba generar tantas
oportunidades de gol como las que tuvo Millonarios. El partido sólo se desequilibró
tras la expulsión de Alex Díaz, poco después del gol del empate de Lizarazo.
Sólo en ese momento los caleños lograron meter a nuestro equipo en su área.
Pero aún así, el orden fue impecable. Da gusto ver a un equipo entregado,
presionando cada jugada, conscientes de la importancia de salvar un punto que
aunque por haber estado dos veces delante en el marcador pareció ser
oportunidad de tres, es indudable la dificultad de jugar de visita con un
jugador menos durante más de treinta minutos.
Da
gusto ver un primer tiempo donde el equipo, además del orden, mostró variantes
de ataque, remates de afuera, cada llegada era explosiva. Da gusto ver que
jugadores de la casa como Robayo y Franco logran hacer los goles que son el
producto del empuje de todo el equipo. Da gusto ver que Delgado sube su nivel
en momentos de mayor presión. No digo que el partido, pero sí los últimos
minutos fueron muy, pero muy difíciles. Tuvimos al Cali encima, intentaban
llegar por todos lados, remates de afuera, desbordes con centros al área, de
todo. Y cuando tuvo que aparecer Delgado, lo hizo con creces. Por eso fue un
empatote. Porque aunque durante mucho tiempo el triunfo parecía posible, en el
trámite de los últimos minutos el único resultado lógico era una derrota. Al
igual que en Medellín, y ante la imposibilidad de hacer más cambios, terminamos
prácticamente con dos jugadores menos, ya que Jhonny Ramírez jugó más de 10
minutos lesionado.
Inevitable
comentar sobre el desempeño de Wilmar Roldán. La nueva vedette del arbitraje en
Colombia, tras el retiro de Ruiz. Personalmente este tipo de árbitros me
generan mucha desconfianza. Desconfío de ellos porque son muy hábiles para
manejar los partidos, son muy hábiles para hacerse elogiar de la prensa, porque
no cometen tantos errores como el típico árbitro colombiano. Pero cometen sutiles
errores que terminan favoreciendo (falta saber por qué) a algún equipo. En este
partido hay que notar varios errores: el primero, haber pitado un fuera de
lugar en un mano a mano de Moreno con Farid, que aunque el arquero lo ganó, la
jugada fue anulada tras un pase de un defensa caleño. El segundo error, fue no
haber pitado una clara falta contra Otálvaro cuando en el minuto 58 Millonarios
recuperó el balón y salía en un rápido contragolpe. Roldán ignoró la falta, el
equipo quedó mal parado y vino el gol del empate del Cali. Sobre la expulsión
de Díaz no hay mucho que decir, fue justa. Pero si aplicara el mismo rasero,
debió expulsar a Calderón por una falta siendo último hombre y teniendo
amarilla. Si uno mira el partido completo, aparenta ser un buen arbitraje, pero
pocos errores, sutiles, curiosamente los cometió solamente en contra de
Millonarios. Nunca me gustó Chucho Díaz, nunca me gustó JJ Toro, nunca me gustó
Oscar Julián Ruiz, ni ahora Roldán. Son el mismo tipo de árbitro, de esos que
se logran posicionar como figuras del arbitraje pero con sutileza saben cómo,
cuándo y a quién favorecer.
Por: guillermo Posse
@gposse
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