Bert
Hellinger es un psicoterapeuta con gran reconocimiento en campos de la
psicología y la sociología modernas. Es el creador de técnicas que en estas
ciencias se conocen hoy en día como Constelaciones Familiares u Organizacionales.
Uno de los principios en los que se basan los planteamientos de Hellinger, es
que las organizaciones (y las familias) tienen alma propia; y el alma de una
persona siempre toma una posición dentro de esta alma colectiva, dándole una
fuerza subconsciente de acción a la vida individual. Esas posiciones explican
comportamientos, o incluso enfermedades, recurrentes en las organizaciones y
las familias.
Traigo
a Hellinger a colación porque el momento que vive Montero en Millonarios no es
algo nuevo para la institución. Es una historia que ya hemos visto: un jugador
que llega del extranjero con la responsabilidad de ser el goleador del equipo,
con un inicio dudoso, generando división en la hinchada, pero logrando que un
grupo de ella, gracias a muestras inequívocas de buen juego, nunca le pierda la
fe; ese jugador, cuando ya varios parecen ceder, tiene un momento mágico que lo
convierte en un goleador superior a lo esperando, quedando para siempre en la inmensa
historia azul.
Tuve
un compañero de estudios que en cada partido de Millonarios, nos apostaba a que
Funes haría gol. Perdió recurrentemente apuestas durante varios meses. Después
nadie quiso apostar más con él, pero sin duda fue uno de los que más se gozó
cada uno de los cerca de treinta goles de Juan Gilberto hizo en sólo un
semestre. Funes es sin duda el ejemplo más importante de ese patrón descrito,
pero no es el único. Algo similar le sucedió a Oscar "El Pájaro"
Juárez, entre otros ejemplos.
Pero
así como estos jugadores vivieron momentos duros, generaron reacción y fuertes
dudas en sectores de hinchas, tuvieron su momento mágico. Algo, en un sólo
instante, hizo que se despertara plenamente su confianza y destapara por
completo su potencial goleador. Sin duda el caso de Funes es el destape más
impresionante en la historia de Millonarios de un jugador del que se pidió su
salida. Ese momento mágico se dio porque él mismo entendió que todos los
límites están en la mente, se dio porque por más que la pelota no entrara,
nunca perdió la fe, las ganas, nunca dejó de intentarlo. Esa actitud es la que le
veo a Montero. No dudo que él debe sentir que los últimos meses no han sido los
mejores de su carrera, con algo de frustración, pero no deja de mostrar gran
capacidad para jugar al fútbol, no deja de driblar en el área para sacar
remates que pegan en el palo o salen levemente desviados. Tampoco dudo que él
superará este momento, sólo hace falta ese instante mágico donde las energías
sutiles que mueven al fútbol (y a la vida) se alineen a su favor, y los hinchas
que hemos esperado con paciencia y fe tengamos el placer de recordar sus goles:
por siempre.
Por: Guillermo Posse
@gposse
Y a eduardo Maglioni le paso algo similar tambien
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