domingo, 28 de abril de 2013

SE ENTRENAN PARA CHOCAR. LA FRICCIÓN COMO CONDICIÓN PARA JUGAR

“Cuando dos elefantes chocan, lo que se resiente es la hierba”. Juanma Lillo. 

Pocas veces en mi vida he tenido la oportunidad de ver un entrenamiento completo de un equipo de fútbol y las veces que lo he podido hacer siempre me he preguntado lo mismo: ¿Entrenar duro es forzar el cuerpo? ¿La fricción, colisionar al otro y chocar es requisito sine quanon para tener derecho o pasaporte a la titularidad de una escuadra? ¿Las lesiones no son el resultado de pegar y soportar dolor en los entrenamientos? ¿La musculatura es tan importante?

Es un hecho notorio que el fútbol ha cambiado mucho y que todo pasó casi tan de repente que apenas nos dimos cuenta que el balón rueda más, se corre más, se choca más y se juega quizá menos, el espectáculo pasó a un segundo plano y el resultado cobró protagonismo, a la cancha no se va a ver jugar sino quién y por qué marcador gana y si de hechos y estrategias se trata el dibujito táctico que se pinta en las pizarras es lo que deduce si se gana o lamenta un resultado. Las patadas, los golpes, las fracturas y la fricción son interpretados como “garra” “fortaleza” “huevos” y el enfoque que produce en el hincha es el de compromiso y corazón por el equipo y no la accidentalidad, el corte, la devaluación del fútbol vistoso por sobre la muralla física y la polenta en el golpe al rival por sobre la forma de juego, por sobre los conceptos de juego, por sobre la filosofía misma del fútbol. El balón es una excusa para pegar, no un instrumento para jugar.

Así las cosas, la consideración que hago sobre los métodos es que la figura de la gimnasia activa es arcaica si se mantienen los mismos principios de entrenamiento, si a verbigracia se entrena en pesas más tiempo que en la estrategia de aprendizaje y en el repaso de las formas y estilos, si el narcisismo y el hedonismo sigue siendo la constante de la preparación física antes de los partidos, porque siendo ello una inmutable suscitación de hechos lamentables y muchas veces deplorables lo que refleja la actividad en los encuentros es lo mismo de siempre, el corte, la fuerza bruta, el riesgo a dividir y a pegar y no un repaso acucioso de conceptos, de situaciones, de resolución de problemas, de versatilidad en el error-ensayo que exigen que un jugador profesional de primera división corrija, sustituya o prepare para que contraríe dentro del campo de juego una intervención o participación pasada.

Y es que a mi modo de ver dentro de la mecánica de movimiento en nuestro club se requieren más preparadores futbolísticos que físicos, la delegación de funciones y desconcentración de poderes del entrenador no puede seguir recayendo en los nutricionistas, psicólogos y otros especialistas que equiparen trabajo en irrelevantes temas metabólicos dejando de lado o quemando el tiempo sagrado en hechos que no sean situaciones del juego o del ejercicio táctico.

No con ello debe interpretarse que Hernán Torres sea el hacedor y deba ser el todero que ejecute las funciones que no sean evidentemente de su cargo, lo que sí se pretende advertir es que el entrenador futbolístico debe unificar conceptos y saber qué sucede con los esquemas que plantea y si determinado jugador de la plantilla cumple o no con la rutina de la preparación del partido y de su trabajo, porque al parecer jugadores como Martínez, Montero, Rentería e incluso Leudo se acostumbraron más al ritmo riguroso del entrenamiento físico que al ritmo de la competencia, no se sabe a ciencia cierta qué pasa por su cabeza al prepararse y ejercitarse, al seguirse notando fecha tras fecha los mismos vacíos posicionales, de movimiento, de pressing y hasta técnicos muy a pesar de las limitaciones originales con las que nace cada jugador de fútbol en el ámbito deportivo y que no son evitables o muy difíciles de rectificar. Es así que las prácticas que se muestran son vetustas si no se pone de por medio la pelota y se sigue admitiendo que el jugador se haga a la idea que hoy es día de pesas, otro pasadas, otro control de peso y el último ejercicios con balón.

El cuestionamiento sigue siendo el mismo: ¿qué hacer con tanto corte? ¿qué hacer con tanto músculo? porque si ello es una variable inmutable y operante las lesiones son también consecuencia directa de la abrasión de jugar dividido, la paradoja es que mientras solemos pensar que físicamente se está trabajando mucho haciendo hincapié en que notamos el resultado en ejercicios de masa corporal, la planificación del entrenador continua decayendo por decantación cuando al cabo de 5 o 6 días de deficiente manejo del adiestramiento anatómico se repiten semana a semana después de cada partido o mayormente al final del entrene casos de lesiones de rodilla, desgarros, luxaciones y dolencias en las articulaciones que de seguro son las causas motivacionales a mediano plazo de la ausencia de rendimiento deportivo y su vasta injerencia en negativos resultados.

En rigor, finalmente los estilos y la identidad maniobrados en el enfoque subjetivo de la mera concentración esquemática de poner para cada partido a los jugadores más resistentes, mejor dotados, menos condicionados técnica y tácticamente pero más proclives a encontrarse en puesta a punto en la semana se devaluarán, perderán su esencia y serán propensos a desvanecerse al erróneamente dejar de lado la elasticidad y espectáculo con la pelota por sobre la contienda primitiva del hombre por hombre.

Gracias.

Jon Edward C. Muñoz – Jon Aurtenetxe
@JonEdwardCMuoz   - jonneymar11@hotmail.com

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